domingo, 12 de junio de 2016

La vida es sueño

En Agosto se cumplirían 5 años de haber leído por primera vez la obra de Calderón de la Barca. En estos momentos intento recordar la razón por la cual empecé a leerla esa tarde sin embargo, no puedo hallar esa razón en mi memoria, algo me ha de haber llevado a buscar el libro y empezar a leerlo.

Era el tiempo cuando yo me encontraba de intercambio, acababa de llegar a Alemania hacía unas semanas y aún no estaba en capacidad de leer libros en alemán así que me consolaba leyendo cosas que uno ya debió haber leído para esa edad. El drama español siempre ha sido un tanto desconocido para mí, no soy un experto en el tema pero creo saber apreciar una buena obra cuando la leo. No creí que este relativamente corto drama fuera a tener un impacto de tal magnitud en mi persona y pensamiento.

No voy a hablar de lo que trata toda la obra, espero despertar suficiente curiosidad para que ustedes mismos busquen el libro (o me lo pidan) y la lean por su cuenta. Pero quiero hacer referencia al final del segundo acto, el famosísimo soliloquio de Segismundo, mejor conocido como el monólogo más famoso en el drama español. Lo escribiré aquí, pero no lo pondré todo, tampoco quiero arruinarles la mejor parte de toda la obra.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


Simplemente con esa corta frase uno pierde el sentido de la realidad, uno ya no comprende qué es lo que nos rodea, es simplemente un éxtasis difícil de describir con palabras de un hombre de 22 años, tal vez el maestro podría encontrar la combinación exacta de palabras para poder expresar lo que significa esta reflexión de Segismundo, personalmente, no me atrevo. 

Estas 6 lineas se ven complementadas por todo el texto antes de ellas y que hacen que se vuelvan aún más fuertes de lo que ya son. Uno puede solamente buscar el monólogo, leerlo y deleitarse sin embargo, es de más provecho haber leído antes todo lo que sucedió para llegar a ese momento en el que Segismundo, de esas prisiones cargado, logró sintetizar sus sentimientos para expresarlos de la manera más bella en el drama español (y muchos otros más). 

Al momento en el que yo leí este famoso pasaje tuve que dejar el libro, cerré mi computadora, me levanté, exclamé y solté un grito de esos extraños que sueltas cuando te pegas en el dedo chiquito del pie (pero esta vez la razón era asombro), ¿Qué clase de nirvana literario debió haber experimentado Calderón de la Barca para poder escribir eso? esa fue mi pregunta en ese momento y hasta ahora sigue presente. Después de exclamar salí a caminar para procesar lo leído y me tomó unos cuántos kilómetros, mosquitos molestos, ver una vaca a la distancia y el fresco aroma del mar del este para regresar tranquilamente. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario